Un proyecto financiado por la Unión Europea logra por primera vez queroseno para aviones a partir de la luz concetrada, agua y dióxido de carbono. Potencialmente, el proceso podría aplicarse para otros combustibles, como diésel, gasolina o hidrógeno puro.

Luz, agua y dióxido de carbono, esos son los ingredientes básicos del llamado a convertirse combustible del futuro: el queroseno solar, un producto limpio, respetuoso con el medio ambiente y creado a partir de materias primas prácticamente ilimitadas. Este tipo de carburante todavía está lejos de llenar el depósito de coches y aviones, pero que su producción es posible es algo que acaba de ser demostrado con el proyecto europeo Solar-Jet, presentado en Bruselas por la Comisión Europea. La prueba es un vaso de combustible para reactores producido en condiciones de laboratorio utilizando luz solar simulada.
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